martes, 18 de mayo de 2010

entre trajes anda el juego

Cada vez se acrecienta más mi idea de las dos Españas. Ese modelo retrógado y desfasado de pensar que en nuestro país había unos de un bando y otros de otro, día a día lo veo más amoldado a la realidad social que estamos viviendo.

Si unos piensan que la justicia debe condenar a uno por algo que ha quedado demostrado que no ha hecho, con el archivo del caso, pues lo intentan reabrir mediante los cauces legales establecidos. Y si estos se lo permiten, vuelve a imputar al que había sido absuelto. Pero en ningún caso, una imputación es una condena. Por ello debemos esperar a que los tribunales decidan. E aquí el famoso y mediatizado, por intereses políticos, caso de los trajes del President Camps.

Pero, en nuestro país, los mismos que justifican esa acusación y no esperan una sentencia para condenar en todos los medios la implicación de nuestro Molt Honorable, defienden a capa y espada la inocencia de Bono, la de Garzón y la de otros que están en la misma situación. Es decir, estos condenan a quien a ellos les interesa sin esperar que los tribunales dicten sentencia.
Y así, sea verdad o mentira, quede condenado o absuelto, siempre correrá el rumor, siempre circulara la duda de si fue cierto o no lo que en su día se dijo.

Por eso las dos España. Porque unos somos los imbéciles que nos tragamos todo lo que nos cuentan 'los medios' y emitimos juicios de valor. Cayendo en la trampa de los otros, que son los que controlan las corrientes de opinión y generan las falsas noticias para que unos y otros estemos en una constante lucha dialéctica sin percatarnos que, eso precisamente, es lo que a ellos les interesa.

Si dicen que 'entre trajes anda el juego' pues unos y otros a hablar de los trajes. Si son la Iglesia y el aborto, pues también entramos al trapo. Y así en un sinfín de ocasiones en donde sólo después de acabada la función, nos damos cuenta que hemos sido sus marionetas preferidas.

Pues ya esta bien. Los jóvenes hemos de ser valientes y salir al paso de todo eso. Y saber hablar alto y claro de lo que queremos hablar. Y no de lo que ellos quieren que hablemos.

Hay queda eso!

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